Extramuros, enriquecida por los diez años de la Riso
Félix García Acosta (Felo), 27 de septiembre de 2010
Al visitar la Editorial Extramuros somos recibidos por su director Arnaldo Muñoz Viquillón quien nos explica:
En sus inicios, la editorial fue
concebida como un pequeño taller de publicaciones ligeras sin embargo,
el progreso, aunque lento, resultó asimismo inevitable. La tentativa de
publicar obras inéditas sedujo a un número importante de escritores.
Canción para los que nacimos de entre los muertos,
de Osvaldo Fundora, salida de imprenta en julio de 1976, inauguró el
periplo de Extramuros, una trayectoria que durante todos estos años se
ha enriquecido constantemente con libros de poesía, narrativa, ensayo,
testimonio e investigación.
Por eso se puede afirmar que, a pesar de surgir como una alternativa para los nuevos valores del movimiento de talleres literarios, en tanto se ampliaban los recursos humanos de la editorial y sus posibilidades técnicas, fueron llegando obras con otras magnitudes y desde luego, el balance temático y de género se amplió.
Hoy podemos sentirnos satisfechos con muchos autores que han publicado en nuestra editorial y es obligatorio recordar nombres como los de Alex Fleites, Nicolás Guillén, Roberto Branly, Raúl Luis, Luís Suardiaz, Waldo González, Luis Álvarez Álvarez, Magali Sánchez Ochoa, Jesús Orta Ruiz, Luís Marré, Ada Elba Pérez, Víctor Fowler, y otros que harían muy extensa la nómina.
Por eso se puede afirmar que, a pesar de surgir como una alternativa para los nuevos valores del movimiento de talleres literarios, en tanto se ampliaban los recursos humanos de la editorial y sus posibilidades técnicas, fueron llegando obras con otras magnitudes y desde luego, el balance temático y de género se amplió.
Hoy podemos sentirnos satisfechos con muchos autores que han publicado en nuestra editorial y es obligatorio recordar nombres como los de Alex Fleites, Nicolás Guillén, Roberto Branly, Raúl Luis, Luís Suardiaz, Waldo González, Luis Álvarez Álvarez, Magali Sánchez Ochoa, Jesús Orta Ruiz, Luís Marré, Ada Elba Pérez, Víctor Fowler, y otros que harían muy extensa la nómina.
Si algo define nuestro trabajo es la
pluralidad de las proposiciones. Recibimos centenares de obras cada
año, la mayoría de ellas nos llegan avaladas por los Consejos
Municipales del Libro, la Asociación Hermanos Saíz, la UNEAC y la Unión
de Historiadores de Cuba.
Claro que no todo lo que viene es
interesante, pero intentamos seleccionar la obras de vanguardia, las
más originales, las más sugestivas dentro del ámbito literario, y
aunque no lo consigamos siempre, sí tratamos de pensar en el lector
primeramente: qué demanda y cómo se le puede satisfacer. A partir de
ahí, hacemos por entregar la mejor propuesta.
Estamos en un territorio profuso en
cuanto a obras literarias se refiere, ese es un lujo de Ciudad de La
Habana y a veces lamentamos el hecho de que tenga que ser la selección,
de nuestros planes editoriales, tan limitada, en cuanto a la cantidad
de títulos. Quisiéramos publicar más obras, pero las posibilidades son
moderadas, por suerte los autores, en su mayoría lo comprenden, e
imagino que los lectores también. No podíamos hablar de la Risograf si
no mencionamos este precedente. Y es justo una década atrás cuando
ocurre esa renovación dentro de Extramuros que va más allá de una nueva
tecnología, de una simple continuidad, se resiente la secuencia; la
Riso es un nueva percepción del proceso editorial.
Las probabilidades de que los proyectos
de libros lleguen a la publicación, ahora son mayores. La literatura
gana y pierde con ello. La Risograf reactiva la literatura en los
territorios, se desengavetan algunos textos, resucitan talentos que el
Período Especial en vano quiso anular, otros que empezaron a escribir
desde entonces y consiguieron hacerlo bien. El nuevo concepto empieza
por redescubrir las potencialidades literarias en una ciudad ocupada
intelectualmente por bachilleres y profesionales. Y en efecto, la
respuesta no se hizo esperar, los talleres literarios rejuvenecieron;
pudo parecer que la crisis que en ellos se dio en los años noventa
había hecho metástasis, pero no, ahí estaban, renaciendo como el Ave
Fénix.
Los escritores inéditos, por regla
general, se remiten a los Consejos Municipales del Libro. Es la vía
correcta para hacernos llegar las obras. Es en esa instancia donde
ocurre la primera decantación, es en el territorio donde por primera se
delibera si la obra posee o no calidad literaria. Una vez que este
documento pasa a la editorial se somete al criterio de lectores
especializados y la última deliberación ocurre cuando el Consejo
Provincial del Libro hace las observaciones finales con respecto a un
próximo plan editorial. El libro como objeto artístico está
condicionado por la lentitud, desde que empieza en la página en blanco
a la que se enfrenta el escritor hasta su aprobación final, y luego, en
mi criterio, comienza la etapa más compleja: la edición, el diseño y la
labor técnica productiva.
Los editores de Extramuros me
maravillan –asegura- por su ductilidad. Les han tocado obras de todo
tipo, han trabajado en todos los géneros, e incluso, en las
complejidades de la literatura infantil. En proyectos investigativos y
hasta en obras relacionadas con el deporte, la música, o la danza. Hay
que desdoblarse. El trabajo del editor es arduo y eso solo lo sabe otro
editor, nadie más; hasta los propios autores lo olvidan. A veces hay
que reconstruir libros a tal punto que no hablamos ya de edición sino
de coautoría.
El diseño nos preocupa grandemente, el
libro tiene que ser algo atractivo. El diseño invita a la lectura, es
la primera imagen de la obra. Un buen diseño hace milagros. Muchas
veces nos ha fallado este aspecto a lo largo de diez años, en ocasiones
los propios autores han sugerido el diseño de sus cubiertas y esto ha
sido fatal. Creo que llegó el momento de oxigenar un poco nuestras
colecciones en este sentido, y aun sin contar con un director artístico
ni un departamento de diseño bien establecido tendremos que hacerlo.
Aunque no podemos perder de vista al respecto que son moderados
nuestros recursos materiales y ello nos establece límites. Desde luego,
con esos recursos podemos lograr un trabajo mejor, de hecho, también lo
hemos logrado; lo que no podemos conformarnos con que unas veces si y
otras no. Hay que conseguirlo siempre.
Asimismo, el trabajo en la imprenta es
arduo. Tiene muchos procesos que son manufacturados. Eso cae también en
el olvido. El personal es laborioso, pero a diario tiene que vencer
obstáculos. Las condiciones son difíciles. Una guillotina, por ejemplo,
puede amanecer con un mal biorritmo y trabajar a falsa escuadra, o la
propia Riso puede tener en un momento imprevisto un desarreglo
hormonal, en fin, a veces sentimos un máximo estrés en una producción.
En la actualidad Extramuros divide sus
producciones entre las colecciones Meñique —dedicada a la literatura
infantil—, Ciudad —promoción de autores provenientes de los Talleres
Literarios Municipales—, Ceiba —autores y obras que la propia Editorial
elige por su valor y madurez—, Giraldilla —para las mejores obras—, e
Impacto —ciencia ficción y policíaco. Debe agregarse que varios títulos
de exclusivo interés y características singulares salen a la luz con
formato personalizado, a modo de ediciones especiales. El balance
temático tributará a cada colección y a su vez a la demanda de los
lectores, o a las necesidades de los creadores.
Para resumir, puedo decirte que, con
aciertos y desaciertos hemos transitado por estos diez años, pero el
saldo general ha sido bueno. Se han publicado excelentes obras. Los
lectores se han sentido satisfechos, hay títulos que se han agotado,
otros que merecen reimpresiones, vienen a buscarlos a nuestras
librerías y ya no están. Eso también es innegable.
Tomado de Tribuna de La Habana, y aparecido en Cubaliteraria el 27 de septiembre de 2010
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